viernes, 9 de noviembre de 2012

LAS DOS CES DE ROMA

Viernes 9 de noviembre de 2012


LAS DOS CES DE ROMA
Alejandro Cañestro
Valeriano Venneri

 
Decía Weisbach que el Barroco podía sintetizarse en lo heroico, lo ascético, lo místico, lo erótico y lo cruel. Ciertamente tenía toda la razón, si bien, desde nuestro punto de vista, faltaba un aspecto crucial del arte de la Contrarreforma: lo teatral. Teatro, lo tuyo es puro teatro. Y, consecuentemente, iglesias y otros espacios se conciben como escenarios en los que se representan obras, que narran fantásticas historias de santos y personajes bíblicos, siendo el feligrés un mero espectador de lo que allí se acontecía. Roma, 17 de febrero de 1600: Giordano Bruno es quemado en la hoguera por sus ideas avanzadas en una época de retroceso intelectual y moral. Así se inicia el Seiscientos, aunque será un siglo cuajado de magníficas obras de arte, tales como las capillas Contarelli y Cornaro –las dos empiezan por c–, decoradas respectivamente por Caravaggio y Bernini, protagonistas ellos del teatro de las emociones. La capilla Contarelli, situada en la iglesia de San Luis de los Franceses, alberga tres lienzos hechos por Michelangelo Merisi, Caravaggio, que cuentan algunos pasajes de la historia de San Mateo: la vocación y el martirio ocupan los laterales mientras que el centro se reserva para la escena del santo y el ángel, cuyo primer borrador fue destruido en el año 1945 porque parecía que el ente alado enseñaba a leer al evangelista y ello no podía admitirse (la tela que se puede contemplar en la actualidad es el segundo de los diseños). ¿La novedad? Está clara: afrontar estas historias con personajes reales, de la calle, en lugar de utilizar tipos idealizados como era costumbre en épocas precedentes. Gian Lorenzo Bernini, por su parte, imparte una magistral lección de arte con la capilla Cornaro en la iglesia de Santa María de la Victoria, encargada por el cardenal Federico Cornaro, aunando de manera insólita arquitectura, escultura, pintura y luz para lograr un efecto único, una atmósfera especial que rodease a Santa Teresa en plena experiencia mística con el ángel asaeteando su pecho y suspendidos sobre un cúmulo de nubes, bajo una bóveda pintada por Abbatini. La arquitectura de la capilla es en sí misma el escenario de un teatro y en sus laterales se disponen dos palcos para la familia Cornaro, que asiste ensimismada al acto. Dos capillas, dos espléndidas creaciones. Contarelli y Cornaro: dos ces.


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