LAS DOS CES DE ROMA
Alejandro Cañestro
Valeriano Venneri
Alejandro Cañestro
Valeriano Venneri
Decía Weisbach que el Barroco podía sintetizarse en lo
heroico, lo ascético, lo místico, lo erótico y lo cruel. Ciertamente tenía toda
la razón, si bien, desde nuestro punto de vista, faltaba un aspecto crucial del
arte de la
Contrarreforma: lo teatral. Teatro, lo tuyo es puro teatro.
Y, consecuentemente, iglesias y otros espacios se conciben como escenarios en
los que se representan obras, que narran fantásticas historias de santos y
personajes bíblicos, siendo el feligrés un mero espectador de lo que allí se
acontecía. Roma, 17 de febrero de 1600: Giordano Bruno es quemado en la hoguera
por sus ideas avanzadas en una época de retroceso intelectual y moral. Así se
inicia el Seiscientos, aunque será un siglo cuajado de magníficas obras de
arte, tales como las capillas Contarelli y Cornaro –las dos empiezan por c–,
decoradas respectivamente por Caravaggio y Bernini, protagonistas ellos del
teatro de las emociones. La capilla Contarelli, situada en la iglesia de San
Luis de los Franceses, alberga tres lienzos hechos por Michelangelo Merisi,
Caravaggio, que cuentan algunos pasajes de la historia de San Mateo: la
vocación y el martirio ocupan los laterales mientras que el centro se reserva
para la escena del santo y el ángel, cuyo primer borrador fue destruido en el
año 1945 porque parecía que el ente alado enseñaba a leer al evangelista y ello
no podía admitirse (la tela que se puede contemplar en la actualidad es el
segundo de los diseños). ¿La novedad? Está clara: afrontar estas historias con
personajes reales, de la calle, en lugar de utilizar tipos idealizados como era
costumbre en épocas precedentes. Gian Lorenzo Bernini, por su parte, imparte
una magistral lección de arte con la capilla Cornaro en la iglesia de Santa
María de la Victoria,
encargada por el cardenal Federico Cornaro, aunando de manera insólita
arquitectura, escultura, pintura y luz para lograr un efecto único, una
atmósfera especial que rodease a Santa Teresa en plena experiencia mística con
el ángel asaeteando su pecho y suspendidos sobre un cúmulo de nubes, bajo una
bóveda pintada por Abbatini. La arquitectura de la capilla es en sí misma el
escenario de un teatro y en sus laterales se disponen dos palcos para la
familia Cornaro, que asiste ensimismada al acto. Dos capillas, dos espléndidas
creaciones. Contarelli y Cornaro: dos ces.
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