viernes, 28 de septiembre de 2012

+CUATRO

Viernes 28 de septiembre de 2012

+CUATRO
Alejandro Cañestro



Esta exposición en la Sala CAM de Elche constituye un bellísimo inicio de curso no sólo porque están presentes sus cuatro profesores, si no porque realmente representa el pistoletazo de salida del curso 2012-2013 de la Escuela de Pintura Hort del Xocolater. Sus profesores, cuatro conocidos y reconocidos perfiles: Antonia Soler, Dulce Quesada, Mª Dolores Mulá y Antonio Agulló, cada uno con una impronta personal y profunda, lo que hace que podamos catalogar su pintura gracias a su sello personal. Sabemos, por ejemplo, que la pintura naïf es de Dolça, que las veladuras corresponden a Antonia, que lo japonés y lo zen  están ligados a Mulá y que los paisajes y lo abstracto pertenecen a Agulló. Y lo sabemos porque reconocemos su mano. ¡Qué importante es la mano del artista!, ¿verdad? Y lo que más debemos valorar, además de una serie de características intrínsecas de cada obra de arte, son sus mentes prodigiosas, capaces de idear temas y asuntos que a nadie más pueden ocurrírsele. He ahí el verdadero mérito del artista. Podría decirse que los cuatro profesores se enamoraron de los colores. Pero también se enamoraron del mundo, conocido a través de viajes. Son artistas, absolutamente artistas. Todos los temas les seducen y todo es tema para ellos. Presentan una variada selección de sus obras, siempre influenciadas por sus viajes y sus especiales inclinaciones por nuestras raíces. Acérquense, participen con sus objetos mágicos, déjense envolver por la dulzura, embriáguense con las interesantes historias que cuentan los cuadros. Son realmente prodigiosas esas creaciones. No se preocupen si no saben o reconocen lo que están viendo: déjense guiar por sus sentimientos y disfruten de la experiencia sensorial que supone contemplar una obra de arte, ya sea de Agulló, de Soler, de Dolça o de Mulá. Estoy seguro que la admiración de estas obras de arte que han acampado no de forma caótica si no siguiendo un meditado discurso en esta Sala CAM de Elche, supondrá elevar su alma hasta mundos supraterrenales. Pueden visitar la exposición hasta el 6 de octubre.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Fría Frida

Viernes 21 de septiembre de 2012

FRÍA FRIDA
Alejandro Cañestro

Magdalena Carmen Frida Kahlo. Posiblemente hubiera necesitado un DNI desplegable para que cupiera su nombre entero. Ella es sencillamente Frida, la eterna enferma, la surrealista mexicana aunque no se catalogara a sí misma como tal. Cuenta la leyenda que a los 18 años tuvo un grave accidente que la dejó postrada en cama una buen temporada, algo que arrastraría toda su vida tanto en los problemas de salud como en su pintura, que se convertiría casi de forma mágica en un espejo real de ella misma. Por esta razón , por la de pintar realidades, no se considera surrealista por más que André Bretón así lo afirmara. El tema de su obra fue Frida Kahlo: infinitos autorretratos con su clásico semblante frío, distante, rígido, con las cejas unidad formando una sola línea y evidentemente, también estaba presente su enfermedad, con su columna vertebral quebrada, imposibles corsés de acero, collarines de espinas,... En definitiva, una vida llena de sufrimiento y dolor, únicamente aliviada por su matrimonio con el también artista mexicano Diego Rivera. Resulta muy sencillo catalogar su obra, dentro de los supuestos y los repertorios tanto expresionistas como surrealistas, si bien no es tan fácil acercarse a ella por la numerosa simbología que contiene, siempre relativa a su vida y a la tradiciones populares mexicanas. Naveguen por la redes y busquen su pintura: estoy seguro de que no les dejará indiferente. Y ¿qué es el arte si no aquello que no es capaz de dejar indiferente? Benjamin dixit.

Poveda: el ave fénix

Viernes 14 de septiembre de 2012

POVEDA: EL AVE FÉNIX
Alejandro Cañestro

Sentenciaba Arthur Danto hace unos años que el arte había muerto,
especialmente aquellas manifestaciones relativas a la obra gráfica, ya que se perdía ese
aura sobrenatural que rodeaba a la pieza artística única e irrepetible. Pues bien, puede
decirse de entrada que no sólo el arte no ha muerto sino que está más vivo que nunca y
esa misma condición orgánica queda patente en esta selección de la última obra del
artista José García Poveda, quien se nos muestra con un renovado registro
personalísimo y profundo, en el que parece sentirse cómodo y realizado. Artista,
absolutamente artista. Y, es más, renacido artista cual ave fénix pues, tras su brillante y
reconocida trayectoria, desde hace más de tres años no ha dudado en investigar
incansablemente y, lo que es más importante, ha sabido aprovechar todo aquello que ha
encontrado o ha llegado hasta él. Los frutos de ese arduo trabajo revelan que tanto su
pintura como su paleta han cambiado y avanzan ahora hacia otras perspectivas, hacia
otra forma de entender el hecho artístico en la que prima mucho más la abstracción y la
geometría en detrimento de las formas, por lo que esta pintura de Poveda podría ser
catalogada como informalista aunque no llega a perder y descuidar las formas
reconocibles; sin embargo, admite de buen grado un gusto por la abstracción, por lo,
aparentemente, carente de apariencia y asunto, lo que evidencia un complejo universo
espiritual, pudiendo afirmarse que el arte de Poveda no muestra lo material de este
mundo sino que aspira a insertarnos en un ámbito más elevado, un arte con valor
universal, válido en cualquier época o contexto cultural. Su pintura denota una exquisita
formación e información, pues reflejadas en ella se ven todas las influencias que acusa,
desde la geometría pura de los constructivistas y suprematistas rusos como Malevich,
hasta el caótico orden de Kandinsky, el neoplasticismo lineal y geometrizante de
Mondrian y, por qué no, algunos rasgos del futurismo de Severini o Boccioni, referentes
todos ellos sobradamente conocidos y que se dan cita, en una suerte de íntima
comunión, en estas obras. Mención aparte merece, evidentemente, el color, que bien
podría relacionarse con el de aquel fauvismo de inicios del siglo XX que abogaba por
una pintura construida con los contrastes de colores puros. En suma, una exposición,
ubicada en la Lonja del Ayuntamiento de Elche hasta inicios de octubre, muy completa
que habla de un artista muy completo, que es prototipo sin ningún género de dudas del
artista del mundo contemporáneo.

Pero ¿esto qué es?

Viernes 22 de julio de 2012

PERO ¿ESTO QUÉ ES?
Alejandro Cañestro



Si se juntara en una misma superficie un sol, un caballo, un toro, algunas figuras humanas,…, posiblemente podría decirse que se trata, con mayor o menor acierto, de una representación de una corrida de toros. Esa interpretación es tan plausible como lo sería admitir que lo que ese cuadro esconde es un episodio histórico y el dolor creado por él: el bombardeo de la localidad de Guernica en 1937. Mucho se ha dicho y escrito acerca del auténtico significado del famoso cuadro de Picasso, si bien la realidad cuenta que fue concebido para que se erigiera como un baluarte de lo español –quizá algo tendente a las ideas republicanas– en la Exposición Universal de París. El pintor recibió el encargo y se comprometió a pintar un cuadro de grandes dimensiones, aunque por ese momento ni siquiera se había producido el bombardeo vasco. Tras unos meses de sequía artística, en parte por las fuertes presiones de la rama republicana, decide ponerse manos a la obra, inspirándose en dicho bombardeo, por lo que su obra pronto tomaría el cariz revolucionario y antifascista demandado, además de querer ser eminentemente popular, pues podía ser contemplada tanto por entendidos en arte como por todo tipo de personas. Guernica es un gran tríptico cuyo centro lo ocupa un caballo agonizante, apareciendo seis personas y tres animales, además de una bombilla eléctrica. En primer plano se dispone el cuerpo caído de un guerrero muerto cuyo brazo derecho sostiene una flor y la empuñadura de una espada rota. En los laterales se ubican rostros de mujeres llorando ante la crueldad del suceso, teniendo una de ellas el trasero al descubierto –dicen que Picasso contó que a esa señora la habían sorprendido en el cuarto de baño. Mucha importancia tienen el caballo y el toro, reminiscencias de las tardes taurinas en que acompañaba a su padre a la Plaza de la Malagueta. Con todo, puede decirse que este gran lienzo –grande por su tamaño y grande por su tema– encarna el dolor y el sufrimiento de una España que lo perdió todo. ¿Una sugerencia? La exposición “La Edad de Oro de la Alta Costura”, en la Sala de Exposiciones CAM de Alicante.

Yo, artista

Viernes 13 de julio de 2012

YO, ARTISTA
Alejandro Cañestro



Pocos nombres de artistas se han conocido hasta la Edad Moderna, por lo que puede decirse que la Historia del Arte hasta el siglo XV ha sido fundamentalmente anónima. En Egipto, por ejemplo, únicamente puede aportarse el nombre de Imhotep, arquitecto de la pirámide escalonada de Saqqara para el faraón Zoser. Fidias, autor de los relieves del Partenón de Atenas; Policleto, artífice del Doríforo –escultura que sirvió de canon por su proporción y belleza–, Scopas, Lisipo y, más tardíamente, Mirón con su lanzador del disco, son los pocos nombres que aportan más de cuatro siglos de arte griego. En cambio, nada se sabe de arquitectos, escultores o pintores romanos ni paleocristianos ni del Románico. No será hasta el siglo XIII, con la presencia de Giotto di Bondone –famoso por sus ciclos pictóricos de San Francisco de Asís y la Capilla Scrovegni de Padua–, Duccio o Cimabúe, cuando empiezan a surgir los nombres de artistas, si bien no eran reconocidos como tales, pues en ese momento de tan eminente piedad religiosa la actividad artística, especialmente la escultura y la pintura, no era querida ni mucho menos, ya que se la consideraba productora de ídolos, tentadora o demoníaca. Llega el siglo XV, el siglo del Renacimiento en Italia y del último Gótico en el resto de Europa: aparece un pintor, Roger van der Weyden, radicado en Flandes, del cual hay un magnífico Descendimiento en el Museo del Prado. En ese mundo flamenco también está Jan van Eyck –de los van Eyck de toda la vida–, artista, absolutamente artista, creador del retrato de los Arnolfini, en el que se representa al matrimonio en el momento de su desposorio junto a un perrito –símbolo de fidelidad y lealtad, algo poco usual en estos tiempos– y multitud de símbolos, como las tres naranjas que aluden a Castilla y Aragón. Al fondo de la estancia se ve un espejo, encima del cual aparece la firma del artista: el arte deja de ser anónimo para tener, a partir de entonces, nombre y apellidos. Eso sí, una cosa es tener nombres y apellidos y otra muy distinta es que a uno lo llamen el ‘divino’, pues así se refirió el tratadista Giorgio Vasari a Miguel Ángel Buonarroti. ¿Una sugerencia? La exposición “Fuerza de mujer” en la Lonja del Ayuntamiento de Elche.

¿Otro Mesías?

Viernes 22 de junio de 2012

¿OTRO MESÍAS?
Alejandro Cañestro



Si convulso y complejo resulta el siglo XX en el arte, no menos lo fue su centuria precedente, que se inauguraba con un movimiento que se arrastraba desde el siglo XVIII: el Neoclasicismo o, lo que es lo mismo, la vuelta a los valores del Renacimiento romano del siglo XV salvando el desfase cronológico. El mayor representante de los neoclásicos franceses fue Jacques Louis David (1748-1825), un pintor al servicio de la Revolución Francesa aunque posteriormente se haría afecto al régimen de Napoleón Bonaparte –“poderoso caballero es don dinero”–, a quien retratará incansablemente, siendo uno de los cuadros más famosos el que retrata al militar en su despacho de las Tullerías con la mano en el pecho, de pie, vestido de blanco. El arte en este momento se pone más que nunca al servicio de un régimen o de una idea representativa, que es símbolo elocuente tanto de su creador como de quien lo encargó, quién sabe si a mayor gloria de sí mismo. Obras tan conocidas como la coronación del “imperator” son fiel reflejo no sólo de las inclinaciones religiosas de Napoleón sino también de su corte, pues él mismo consideraba que Dios lo había designado como el nuevo salvador, por lo que lo más normal del mundo era que lo coronase el vicario de Cristo en la Tierra, o sea, el Papa de Roma. A la serenidad clasicista de David le seguirá el romántico Antoine Jean Gros (1771-1835), romántico no por su historial sentimental –¿o sí?– si no por encarnar de manera ejemplar los postulados del Romanticismo, un estilo mucho más íntimo, más tendente incluso hacia lo dramático o lo teatral, como si se quisiera disparar el último cartucho del Barroco más exuberante. Y en medio de este panorama surge la figura del barón Gros –varón y barón, él pensaba que lo tenía todo para ser feliz–, que se erigió como el pintor oficial de las hazañas del emperador francés. Representado de mil maneras distintas, sin duda la más llamativa es aquella en que aparece en las campañas de Egipto pues, de la misma forma que Cristo curaba a los enfermos al tocarlos, Napoleón introduce sus divinas falanges en las llagas de los apestados de Jaffa para sanarlos. Lo que no sabemos es si se creía Cristo o el paracetamol de la época.

Golpe en la Quinta Avenida

Viernes 15 de junio de 2012

GOLPE EN LA QUINTA AVENIDA
Alejandro Cañestro



El Surrealismo fue lanzado en 1922 en París por un grupo de escritores y artistas descontentos con la anarquía que reinaba en el arte, especialmente con los dadaístas, como Duchamp y Man Ray, pues ellos se habían alejado mucho de lo académico y lo oficial. Pretendían la difícil misión de hallar un punto medio entre lo racional y lo irracional, se dejaban llevar por los sueños y las teorías de Freud, pintaban aquello que menos sentido tenía. Y en medio de ese caos aparece una figura: Salvador Dalí, personaje surrealista por excelencia, en el que el erotismo –junto al gusto por los alimentos entre duros y blandos, el mismo estado en que quedó Dalí tras el primer encuentro con su mujer– adquiere un papel muy relevante, fruto de su amor por Gala, “la mujer que aceptó prestarse a mis fantasías eróticas”. Se ve que Dalí se aprendió bien ese refrán castizo que dice que “Amor y pesetas, y lo demás son puñetas” e hizo buena gala de ello –nunca mejor dicho– a lo largo de toda su vida. A pesar de que hubo otros grandes nombres asociados a este movimiento surrealista como Joan Miró o Julio González, el que más ha trascendido, tal vez por ser el más polémico y excéntrico, ha sido Dalí, un auténtico genio, un verdadero pintor de sueños, cuyos cuadros tenían títulos imposibles –“La miel es más dulce que la sangre”, “Alrededores de la ciudad paranoico-crítica” o “El enigma sin fin”. De pequeño quiso ser cocinera, insistiendo en el término femenino, mientras que a los 7 años ansiaba ser Napoleón I. A partir de entonces, su ambición no dejó de crecer, igual que su delirio de grandeza, llegando a declarar que “sólo quiero ser Dalí y nadie más”. El catalán sabía cuál era su estatus y buena prueba de ello es esta famosa anécdota: estaba el pintor paseando por la Quinta Avenida de Nueva York cuando se le ocurrió golpear con su bastón –que llevaba empuñadura de metal– la luna de un escaparate. El dueño del negocio salió horrorizado y llamó a la policía. El genio de los bigotes afilados expresó: “¿Pero Vd. sabe quién soy yo? Yo soy Dalí”. Y acto seguido comenzó a estampar su firma en los fragmentos de cristal que había esparcidos por el suelo. Todo un golpe.

Ya se parecerá

Jueves 7 de junio de 2012

YA SE PARECERÁ
Alejandro Cañestro



Pablo Ruiz Picasso (1881-1973), importante por personificar uno de los grandes cambios de la pintura del siglo XX, es el protagonista de hoy. Esta pregunta es obligada: ¿con qué estilo artístico se identifica a este genio malagueño? La respuesta es clara y rápida: el Cubismo, ese movimiento surgido en París en 1907, una ciudad cuyo nombre se asociaba a la vanguardia, al arte y, lo que era más importante, al dinero. La ciudad de Cezánne, de Toulouse Lautrec y de tantos y tantos artistas. Picasso llega a París en 1900 y se ve seducido por sus maravillas, por esa arquitectura del hierro de estaciones y galerías, cuyo máximo exponente fue la esbelta Torre Eiffel, levantada para la Exposición Universal de 1889, aunque ese encargo venía con fecha de caducidad pues en principio iba a ser desmontada al término de dicha exposición. Picasso fue atrapado por burdeles, opio, teatros de variedades, cafés de la bohemia, circos y malabaristas, gente de bajo escalafón social,…, todo lo que, precisamente, disgustaba a su padre, don José Ruiz, destacado profesor de dibujo primero en Málaga, luego en A Coruña y finalmente en Barcelona. Pero no todo en Picasso es Cubismo ni todo el Cubismo es Picasso. Ni mucho menos. Pablo, que ya había empezado a pintar en Barcelona figuras que se alejaban de lo académico, se imbuirá en París de todo el ambiente bohemio de la vanguardia, conocerá a los grandes artistas y, sobre todo, empezará a evolucionar en su pintura. El cambio se produjo en 1906 con dos obras: las archiconocidas y cubistas Señoritas de Avignon, que no eran otra cosa que cinco prostitutas de un burdel que había en la barcelonesa calle Aviñón frecuentado por este artista, y el retrato de Gertrude Stein, una dama de la alta aristocracia. Ya Picasso comenzaba a ver lo invisible, a recrearse en los modelos de las máscaras africanas y en las hieráticas vírgenes del Románico catalán. Cuando entregó el cuadro de Gertrude a su hermano Leo, éste le espetó: “No le va a gustar. No se parece en absoluto”, pues Picasso había pintado el rostro un punto masculino de la señora como el de una máscara, mirando al infinito, carente de expresión. La respuesta del genio no se hizo esperar: “No se preocupe. Ya se parecerá”.

El no va más

Jueves 31 de mayo de 2012

EL NO VA MÁS
Alejandro Cañestro



Este viaje por el arte se inicia con el tópico latino del “non plus ultra”, es decir, esa frase recurrente que se emplea en los casinos y en otros ámbitos para designar que no se admite más, sea lo que sea. Algunos podrían personificar el no va más del arte en la figura de Marcel Duchamp, autor, entre otras muchas genialidades, de una atrevida copia en 1919 de la Gioconda de da Vinci con unos bigotes –algo que todos hemos hecho– y la inscripción en francés “Ella tiene calor en el culo”, que ridiculizaba a la pintura clásica. También Man Ray polemizó con sus obras –los denominados “ready mades”, o sea, objetos prefabricados– que pretendían satirizar al arte. Sirva como ejemplo la plancha de hierro con clavos, convertida en un instrumento de funcionamiento imposible, irónico y paradójico pues ¿quién podría planchar una camisa si la plancha contiene clavos? Pero sin duda el no va más se produjo con Kasimir Malevich, un artista ruso –a sí mismo se llamaba “suprematista”, lo que evidencia su acrecentado ego– que tuvo a bien (o a mal, no lo sabemos) pintar hacia 1915 una serie de cuadros con figuras geométricas de colores puros –cuadrados, círculos, triángulos, tan de moda en la actualidad por ser el logotipo de una conocida caja de ahorros…– sobre fondo blanco. Llegados a este punto resulta más que oportuno recordar las palabras del artista francés Maurice Denis, quien afirmaba en 1890 que “un cuadro –antes que ser un caballo de batalla, una mujer desnuda o una anécdota cualquiera– es esencialmente una superficie cubierta de colores agrupados en un cierto orden”. A simple vista puede parecer que lo de Malevich no tiene nada de transgresor pero ¿qué pensarían si les dijera que al genio en cuestión se le ocurrió pintar la nada? Sí, ¡la nada! Imagínense: un cuadrado, un círculo o un triángulo blanco sobre fondo blanco. Ahora sí que sí: el no va más.

Harto de Arte

Miércoles 23 de mayo de 2012

HARTO DE ARTE
Alejandro Cañestro 



En ocasiones resulta complicado establecer o definir qué se entiende por arte, especialmente cuando se trata de manifestaciones contemporáneas, pues discernir sobre el significado de una obra de arte no es tarea fácil al darse en ella toda una serie de condicionantes externos que impiden que el público profano pueda disfrutar plenamente de una pintura, una escultura o un edificio en todas sus dimensiones. Es por ello por lo que nace esta columna semanal, para intentar dar a conocer al gran público qué es el arte y cuáles son las manifestaciones artísticas que todos deberíamos conocer, al menos para poder tener una idea global de la Historia del Arte, entendida como la evolución de los estilos artísticos. No siempre se ha entendido el arte como una actividad intelectual de primer orden e incluso recientemente Arthur Danto insinuó que el arte había muerto al perder su aura “en la era de la reproductibilidad técnica”, por lo que las obras de arte dejaban de estar envueltas en ese halo especial de misterio que habían tenido hasta que se impusieron los nuevos sistemas de obra gráfica seriada. El espectador se convierte, desde la genial creación de la Fuente de Marcel Duchamp –que no era otra cosa más que un urinario dispuesto del revés–, en una parte fundamental de la obra de arte, abriéndose un sonoro diálogo entre autor y público, pues comienzan a participar en el festín algo tan etéreo y abstracto como los sentimientos que suscita en quien contempla la obra, en detrimento de las meras formas y los colores. ¿Sabían que el Coliseo de Roma se vino abajo con un terremoto en el siglo XIX? ¿O que se ha sugerido que las Meninas de Velázquez retratan el día en que menstruó por vez primera la infanta Margarita? ¿O que hace pocos años se restauró la Capilla Sixtina y se le retiró la pátina original de Miguel Ángel? ¿O que el famoso lienzo de Leonardo da Vinci, la Gioconda, se denomina así por representar a la mujer del Giocondo? Comienza un particular viaje por el mundo del arte.
Estimados amigos:

Este blog se abre como consecuencia de la publicación de la columna semanal "El arte que te parió" en el Diario ABC (edición de Alicante), para darle una mayor difusión. Iré colgando las columnas desde la primera hasta la que vaya apareciendo cada semana.
Espero os guste.
Recibid la bienvenida y un caluroso abrazo,

Alejandro Cañestro